Rescatando a un helicóptero de rescate en el Círculo Polar Ártico
Cuando un ejercicio de entrenamiento en el Círculo Polar Ártico sale mal, obligando a un helicóptero de 6,5 toneladas a realizar un aterrizaje de emergencia sobre una zona montañosa de difícil acceso, hay muy pocas opciones viables para su rescate. El terreno árido y desolado, unido a las malas condiciones y el frío extremo, no ayuda a que sea favorable una misión donde las operaciones necesarias para tal fin exigen la máxima precisión. Sin embargo, esto es exactamente lo que ocurrió cuando un Westland WS-61 Sea King, perteneciente al Escuadrón nº330 de rescate de la Fuerza Aérea Real de Noruega, sufrió dificultades técnicas viéndose obligado a realizar un aterrizaje inesperado.
Con la carretera más cercana a kilómetros de distancia y el helicóptero completamente inutilizado, la única opción posible era el rescate por aire. Ahí es cuando entra el trabajo de los ingenieros y pilotos de Air Charter Service (ACS), con una amplia experiencia trabajando con helicópteros de carga rusos perfectos para los requisitos de la misión.
A pesar de que la compañía nunca había completado un remolque de estas características, si que disponía de la experiencia en operaciones de emergencia transportando equipamiento en zonas remotas. Por tal circunstancia, fueron los elegidos para realizar la delicada operación.
El Westland WS-61 Sea King (más conocido como “Rey del Mar”), con un peso en vacío de 6.387 Kg, requería de una aeronave de mayor tamaño y potencia para poder ejecutar un transporte por puente aéreo. Por ello, se decidió utilizar el Mil Mi-26, producido por la Fábrica de helicópteros Mil de Moscú para aplicaciones civiles y militares, con una capacidad para levantar más de 20 toneladas en el aire.
Sin embargo, con sólo 316 helicópteros fabricados en la era soviética en todo el mundo, resulta complicada la labor de encontrar uno disponible para tal fin en un plazo tan corto de tiempo. Afortunadamente, ACS tenía conocimiento de varias aerolíneas que disponen de Mil 26 en la vecina ciudad rusa de Arkhangelsk, que además se encontraba cerca del lugar del accidente.
Con el helicóptero asegurado, la planificación de la operación de rescate se convirtió en primordial. ACS mandó a su equipo de ingenieros a la zona mediante motos de nieve donde se encontraba la aeronave accidentada, con el fin de asegurar el lugar y prepararlo para las operaciones. Se realizó el desmontaje de las palas del rotor del helicóptero, drenando el combustible y retirando la carga de la bodega, con el objetivo de reducir al máximo el peso para ayudar a facilitar el rescate en lo posible.
A continuación, el objetivo era aterrizar el Mi-26 próximo al Sea King, ya que es más seguro para todos los miembros del equipo de rescate conectar los dos helicópteros desde tierra. A pesar de todos los esfuerzos para hacer más fácil las labores de rescate, no puede decirse que la misión estuviera exenta de riesgos.
La localización del helicóptero accidentado se encontraba en una altiplanicie en Div’gagai’sa, en pleno Parque Nacional Stabbursdalen situado en la punta más septentrional de Noruega en el Círculo Polar Ártico y, como tal, tiene inviernos muy sombríos. En diciembre por ejemplo, la temperatura promedia es de aproximadamente -10 °C pudiendo alcanzar los -28 °C, lo que aumenta los peligros asociados.
Otro riesgo presente residía en que partes del tren de aterrizaje del helicóptero se habían partido en el impacto, incrustándose parcialmente sobre el suelo lo que provocaba que el helicóptero quedase atascado.
Implicando a un equipo de 40 personas, desde el día del accidente ocurrido el 11 de diciembre de 2012, hasta su regreso a la base aérea el 23 de diciembre 2012, marcó la finalización con éxito de una operación de rescate de casi dos semanas de duración, ejecutado con la máxima precisión por los ingenieros y pilotos de ACS.
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