¿Cómo y con cuánta frecuencia limpian los aviones de pasajeros?
En cada vuelo que tomes habrá unos polizones potencialmente peligrosos a bordo.
Los encontrarás en primera clase, pero también en clase turista. Compartirán contigo el asiento, el reposa-cabeza, incluso la bandeja que la azafata te entregará con la comida.
Las bacterias que, sin saberlo, los pasajeros llevan consigo suelen ser un problema para los operadores de líneas aéreas.
¿Cómo hacen para deshacerse de ellas?
Y sobre todo, ¿qué podemos hacer nosotros para evitar agarrar una infección durante un vuelo?
Puede que, por experiencia propia, nos parezca que algunas aerolíneas no prestan mucha atención a la limpieza.
Una vez sufrí un vuelo de larga distancia, con parada en Miami incluida, en un avión que no había visto un equipo de limpieza en días, si no semanas.
«El problema nace con el constante abarrotamiento de gente», dice James Barbaree, director asociado de Centro de Detección y Seguridad Alimentaria de la Universidad de Auburn, en Alabama, Estados Unidos.
«Todos nosotros llevamos microbios en nuestra piel, en la ropa, incluso dentro del cuerpo. Y algunos se transmiten a otras personas y se multiplican en áreas sucias», dice el experto.
El año pasado Barbaree, junto a otros investigadores de la Universidad de Auburn, publicó un estudio de dos años que demostraba que las peligrosas bacteria MRSA, Escherichia coli y Streptpcoccus pyogenes pueden sobrevivir durante días en los reposabrazos, las cortinas de las ventanillas, las bandejas, las cortinas de las ventanillas, las manillas del baño y otras superficies similares.
Logística y mucho personal
El problema fundamental con las bacterias de los aviones es que las aerolíneas están luchando por conciliar dos objetivos contradictorios.
Por un lado se esfuerzan por ofrecer un mejor servicio al cliente. Por el otro necesitan aumentar sus beneficios, y lo hacen metiendo cada vez más pasajeros en los aviones y minimizando el tiempo entre vuelos.
Así que limpiar los aviones de pasajeros de la forma más eficiente posible incluye mucha planificación, dotación de personal y logística.
Pero además hay que volverlo una prioridad, dice Adam Taylor, vicepresidente ejecutivo de Air Serv, una compañía que ofrece servicios de aviación, incluido el de la limpieza.
Air Serv usa datos reales de sus clientes para saber cuándo aterrizarán los aviones, en qué terminal y en qué puerta, y cuánto tiempo permanecerán en tierra.
Esa información la cruza con la de la disponibilidad de los equipos de limpieza.
Los equipos llevan un dispositivo con GPS, lo que permite a Air Serv hacer el seguimiento del proceso. También llevan a cabo auditorías en el lugar, para ver qué es lo que hay que mejorar.
Otras compañías operan de forma similar.
Huntleigh USA, por ejemplo, tiene un sistema llamado E-Clean, que rastrea el desempeño de cada miembro del equipo de limpieza de la cabina y le ofrece al cliente la opción de supervisarlo a tiempo real.
Pero la manera exacta en la que se limpia un avión depende del modelo del aparato, de si es un vuelo de larga o corta distancia, y de cuánto tiempo permanecerá en tierra.
Y la hora de llegada, las condiciones climatológicas y las horas punta también tienen un papel en el proceso, remarca Taylor.
Los vuelos domésticos, por ejemplo, despegan muy rápido después de haber aterrizado.
Así que queda menos tiempo para limpiarlos que los aviones transatlánticos.
Limpieza profunda
En estas circunstancias, lo que los equipos logran hacer es una limpieza básica.
Se concentran en las áreas prioritarias; esto es, en primera clase antes que en la clase turista.
También se centran en la zona en la que se guarda la comida y en los baños.
Y al resto del avión no le dan mucho más que una rápida pasada, lo que significa pasar la aspiradora en el suelo, recoger la basura que dejaron los pasajeros e, idealmente, limpiar las mesas plegables con una solución antibacteriana.
Así que no esperen que les presten mucha atención a los asientos de la clase económica.
Cuando un avión debe pernoctar en el aeropuerto, los equipos de limpieza tienen la oportunidad de hacer un trabajo más a conciencia.
Pero hay una limpieza más a fondo, cuando realmente enjabonan y friegan la cabina.
La hacen normalmente de forma rotativa.
«Cada aerolínea tiene sus procedimientos específicos de limpieza y cada uno de estos depende del tiempo disponible», dice Taylor.
Lufthansa, por ejemplo, limpia en profundidad sus aviones cada 500 horas de vuelo.
Los de Singapore Airlines son sometidos a ese proceso, que incluye áreas técnicas como las salidas de aire, una vez al mes.
Los equipos de limpieza llegan preparados para el tipo de avión y para el tiempo que tendrán disponible, pero aun así siempre trabajan con un horario ajustado.
Para una limpieza superficial tienen apenas 40 minutos.
Y para una en profundidad no más de cinco horas, reconoce Taylor.
«Normalmente lleva dos horas limpiar un Lufthansa A380 entre ocho personas en un cambio de turno en el aeropuerto de Frankfurt», explica un portavoz de la aerolínea alemana.
El cuarto más pequeño
Como era de esperar, lo baños necesitan una atención especial.
Son pequeños, pero se usan con una frecuencia extrema. Es por ello que sufren un importante «deterioro de calidad» durante el vuelo, un eufemismo que suele utilizar Taylor.
Sin embargo, no todas las aerolíneas los limpian a conciencia entre vuelos.
Algunos aviones pueden incluso hacer dos o tres vuelos sin que los limpien o vacíen.
Así lo señala Lars Barsoe, de Vestergaard Company, una empresa con base en McHenry, Illinois (EE.UU.), que diseña, produce y surte de equipo para aeropuertos.
Podría parecer que es más económico, pero no es así. Y es que si los baños no se vacían, el peso extra puede hacer que el avión gaste más combustible, con lo que el gasto del vuelo será mayor.
Es más, si los lavabos están completamente saturados y hay que cerrarlos, la tripulación tendrá que lidiar con muchos pasajeros descontentos.
Algunos fabricantes de aviones comerciales, como Boeing, han incluido en sus diseños el sistema de circulación de «agua azul».
Éste utiliza un componente químico muy potente capaz de descomponer desechos y disminuir su volumen considerablemente.
Pero la limpieza siempre es necesaria, al menos para eliminar los malos olores, recuerda Barsoe.
Para limpiar y desinfectar el interior de un lavabo se necesitan productos especiales, y el proceso suele tomar menos de 10 minutos.
A eso hay que añadir otros 10 o 15 minutos para vaciar el tanque y la papelera, y para rellenar el depósito con fluido azul.
«Los métodos de limpieza son prácticamente los mismos que hace 25 años, aunque hoy los procesos pueden ser controlados de una forma más efectiva», reconoce Barsoe.
Toque personal
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) recomienda a sus miembros tener los baños siempre «completamente limpios».
En la Unión Europea las aerolíneas domésticas cumplen con regulaciones estrictas en lo que respecta a la calidad del aire y el agua de la cabina.
Y también existen lineamientos sobre higiene de la Organización Mundial de la Salud.
Pero más allá de todo esto, existen unos estándares comunes más generales.
En un principio, es la aerolínea quien debe establecer el estándar, para que luego las empresas de limpieza la puedan seguir, dice Taylor.
Pero Barbaree dice que estos lineamientos no son suficientes.
«Necesitamos más estándares sobre la limpieza de las cabinas de los aviones comerciales. Necesitamos mejorar nuestros protocolos y normas de limpieza y minimizar la posibilidad de transmitir bacterias y virus».
¿Y qué es lo que los pasajeros pueden hacer por su parte para que esas opciones sean mínimas?
La primera de las recomendaciones es obvia: «lavarse las manos antes de salir del baño», dice Michael Zimring, el director de Medicina de Viaje del hospital Mercy de Baltimore, Maryland (EE.UU.).
Además, hay que tener en cuenta que uno de los lugares favoritos de los gérmenes son las manillas de las puertas de los baños.
Todo pasajero que acuda al baño las utiliza. Así que, si acabas de ir al baño y los asistentes de vuelo se están acercando con las bandejas de comida, es buena idea que lleves en el bolsillo un desinfectante para las manos que no necesite agua.
Y también que la próxima vez utilices un pedazo papel para agarrar el pomo de la puerta del baño, recomienda Zimring.
El experto también aconseja repasar las mesas plegables con toallitas desinfectantes, especialmente porque algunos pasajeros las utilizan para cambiarles el pañal a su bebé.
Y recuerda que una de las mejores maneras de mantenerse sano en un vuelo es beber agua constantemente, preferiblemente embotellada.
Pero quizá no deberíamos ser demasiado críticos con las aerolíneas. Al menos limpian sus aviones con regularidad.
Y eso es algo que no podemos decir de los coches que conducimos, o los aparatos, incluidos teléfonos, que utilizamos a diario.
Es cierto que tenemos que compartir este mundo con los gérmenes, pero podríamos empezar a mantenerlos a raya.
Fuente: www.bbc.com
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